
Decía Albert Einstein que “La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”. Y sobre esta destreza y su fomento en el ámbito educativo es sobre lo que queremos reflexionar en este post. En primer lugar, ¿es algo innato o se aprende? Los expertos aseguran que todos los humanos nacemos con esa capacidad y que, como las demás, puede ser estimulada y entrenada. Si además se comienza a una edad temprana, favorecerá el desarrollo personal y el académico.
María Piñero, psicopedagoga, maestra y responsable académica de la Escuela de Creatividad Infantil Imagina, nos comenta sobre este tema que “es fundamental en el desarrollo y aprendizaje de los niños. Al igual que las inteligencias múltiples, la creatividad es un factor clave porque les ayuda a mejorar su expresión personal, a desarrollar su pensamiento abstracto, a ganar habilidades y adquirir destrezas que les servirán en un futuro, cada vez más cambiante, para afrontar con mayor facilidad los retos personales, sociales y laborales”.
Los niños, por tanto, aprenden, pero también disfrutan mucho de su propio proceso de creación libre. Y es que “crear” algo les da mucha satisfacción personal, aumenta su autoestima y la seguridad en sí mismos. Les hace sentirse orgullosos de su trabajo, porque lo han hecho ellos mismos partiendo de cero y quieren enseñárselo al mundo. Catalina Piñero, fundadora de Imagina, cuenta con una larga trayectoria dedicada al estudio y desarrollo de la creatividad en los niños y explica: “Es increíble verles en los talleres cuando empiezan a crear y una cosa les lleva a la otra. Se sienten motivados y no quieren parar de descubrir no solo lo que son las cosas, sino también lo que pueden llegar a ser”.
Nuestro sistema educativo
La mayoría de las personas piensan que la creatividad está relacionada solo con el arte, pero la verdad es que es cosa de todos, por lo que es fundamental para científicos, matemáticos, filósofos, artistas... Con las asignaturas pasa lo mismo. Así, podríamos aplicar un fomento de la creatividad en todos los temarios. Sin embargo, ¿le damos la suficiente importancia en los colegios españoles? María Piñero opina que no del todo: “existe una conciencia social comprometida con la necesidad de cambiar el sistema educativo actual, adaptándolo a las necesidades reales. Además en nuestro país hay algunas fundaciones, pedagogos, educadores, psicólogos y filósofos comprometidos con la importancia de la creatividad en la educación y que además tienen programas instaurados en colegios. Pero, aún queda muchísimo camino que recorrer”. Y es que ese camino parece muy largo cuando ponemos la vista en nuestros vecinos europeos aventajados, aquellos en los que nos fijamos cuando se habla de evaluación de competencias, como Finlandia, Irlanda, Países Bajos… Pues resulta que en esos países los sistemas dan más margen a la creatividad. María Piñero destaca el caso de las escuelas italianas de Reggio Emilia: “Son escuelas públicas con una pedagogía más participativa, donde el maestro es el observador del niño y respeta su proceso de aprendizaje, guiándole en el desarrollo de su curiosidad, sin ofrecer soluciones, sino enseñándole a encontrarlas, lo que motiva a los niños a aprender. En estas escuelas es fundamental el papel del “taller” como espacio donde investigar, aprender y reflexionar”.
Mientras, nosotros ¿matamos incluso nuestra creatividad a veces con nuestra falta de flexibilidad en los métodos? Quizás el actual sistema educativo en España ganara con el simple hecho de dejar a los alumnos más espacios para experimentar, explorar y soñar lo infinito. Sea como sea, para hacerlo mejor parece imprescindible la actitud de profesores y estudiantes y el trabajo conjunto. “Los maestros tienen que ser creativos, necesitan adquirir formación y estar abiertos al cambio. Respecto a los alumnos, no se trata de que se sienten a recibir la información que tienen que aprender, los profesores tienen que retarles, enseñarles a observar, respetar sus ideas y valorar sus intervenciones”, apunta Catalina. Además añade que, como en todas las profesiones, los maestros tienen que estar actualizados con lo que demanda la sociedad y no acomodarse: “Con las nuevas tecnologías el mundo cambia a pasos agigantados y nosotros a penas nos adaptamos. De qué sirve darle a los niños las tecnologías si no les enseñamos a utilizarlas. No se trata simplemente de poner proyectores o pantallas digitales en el aula”.
De cualquier manera, cada día son más los padres que deciden cubrir posibles carencias de la creatividad en la educación reglada, llevando a sus hijos a actividades extraescolares. Para elegir estas materias es fundamental escuchar al niño, escoger algo que a él le interese y disfrute. Una vez empezada puede pasar que no sea como el alumno la esperaba, pero equivocarse es solo un aprendizaje, por lo que siempre podemos cambiarle y seguir probando y ayudando a los niños y adolescentes a descubrir su mejor talento. Hacer lo que nos apasiona es encontrar nuestro talento y encontrarlo es fundamental para ser creativo.
Ya en casa, también podemos aportar imaginación a nuestros hijos. Es fundamental animarles a que inventen sus propias historias, motivar su espontaneidad, que dibujen, que no tengan miedo a equivocarse, reforzar los comportamientos positivos, trabajar su autoestima y la seguridad en sí mismos, enseñarles que hay distintos puntos de vista para ver las cosas, sentirse orgullosos de lo que hagan. Los pedagogos animan también a escuchar música e ir a exposiciones con ellos, considerar su opinión y animarles a siempre intentarlo.