
Antiguamente, aquellos estudiantes que presentaban una discapacidad o una serie de problemas de aprendizaje específicos, eran escolarizados en centros específicos donde recibían una atención individualizada. En estas condiciones, difícilmente podían estudiar un currículo que les permitiera alcanzar una serie de metas similares a las de aquellas personas que estudiaban en centros ordinarias. A partir de los años 80, con la aprobación de nuevas normativas, se adoptó el sistema de “integración educativa”, que permitía escolarizar a estos alumnos en centros ordinarios siempre y cuando sus necesidades no requirieran utilizar recursos demasiado específicos en el sentido de que, por sus condiciones, no pudieran ser escolarizados en centros ordinarios. Pero este sistema todavía sigue segregando a estas personas, ya que solamente se encuentran integrados de forma espacial en los centros educativos, puesto que continuamente son sacados de su aula ordinaria para recibir una serie de apoyos educativos.
Nosotros defendemos el modelo de “escuela inclusiva”. En una escuela inclusiva, se diseña un proyecto educativo para todos y todas, sin excepción, donde se parte de todas las necesidades, intereses, ritmos y estilos de aprendizaje que tenga todo el alumnado. Todo el alumnado puede tener necesidades educativas en algún momento de su escolarización, así que necesitará recibir los apoyos y recursos necesarios dentro de su aula ordinaria. Todo el alumnado estudia y trabajan juntos dentro de la misma aula ordinaria, con un currículum común aunque no todos son evaluados de la misma manera (se tiene en cuenta el punto de partida de cada uno y sus progresos). ¿Qué hay que hacer para que este modelo de escuela sea posible?
1. Crear una comunidad de aprendizaje, donde toda la comunidad educativa (profesorado, familias, alumnado, profesionales de diferentes instituciones, personal de administración y servicios, etc.) se implica en la organización y la gestión del centro educativo trabajando en equipo a partir de comisiones: Biblioteca, Atención a la Diversidad, TIC, dirección, etc. Se da voz a todo el mundo, con el objetivo de que, entre todos y todas, creen la escuela de sus “sueños”.
2. Diseñar metodologías de enseñanza-aprendizaje basadas en el aprendizaje y trabajo cooperativo. Todas las personas siempre tienen algo que aportar, y podemos aprender los unos de los otros. No solamente se aprenden conocimientos, sino que se ayudan a desarrollar habilidades y aprender valores fundamentales para el desenvolvimiento en la vida cotidiana, como la tolerancia, la solidaridad y la empatía. El alumnado con más dificultades aprende gracias al apoyo de sus compañeros/as de clase, y él también aporta su experiencia y conocimientos. Los que tienen más altas capacidades, además de afianzar sus conocimientos y habilidades gracias a ayudar a otros, refuerzan aquellas capacidades que no domina tanto.
3. Se diseñan recursos didácticos y materiales curriculares que sean accesibles para todas las personas. Todos estos recursos deben poder ser percibidos a través de diferentes modalidades sensoriales, de forma que se adapten a los estilos de aprendizaje (visual, auditivo, kinestésico, etc.) de cada uno. También se les debe permitir al alumnado que puedan expresar su aprendizajes utilizando diferentes medios de expresión (lenguaje oral o escrito, artes, pictogramas, movimientos, gráficos, mapas, etc.), y se emplean diferentes estrategias para motivar al alumnado.
Todo el alumnado, independientemente de que presente una discapacidad, sea inmigrante, tenga problemas de aprendizaje o por cualquier otro motivo, participa en la gestión del centro educativo y aprende junto a sus compañeros/as de clase. Y las familias tienen un rol importante en la educación de sus hijos.
Firma invitada: Rafael López Azuaga es maestro de primaria desde 2008 y psicopedagogo desde 2010 en Gabinete Psicopedagógico Kaposkly.