
A lo largo de todos estos años de experiencia en el mundo de la educación, he podido ser testigo de una evolución entre los centros educativos en su relación con el marketing educativo, la necesidad de integrarlo en su día e incluirlo como un apartado fundamental dentro de su plan estratégico. Sin embargo, todavía hoy, existen algunos colegios "pecadores" que parecen vivir ajenos a la gravedad de la tormenta perfecta que se cierne sobre sus cabezas. La baja natalidad, el aumento de la competencia y la crisis económica han hecho que casi todos los colegios sean conscientes de la situación (¡A la fuerza ahogan!), pero otros continúan a años luz por distintos pecados que en este post iremos desgranando.
Pereza
Este es un pecado habitual entre colegios que viven instalados en su zona de confort y en la inercia de tiempos pasados, donde la alegría de la situación económica o una baja oferta en su zona les convertía en beneficiarios de una alta demanda y muy poca competencia. Sus equipos directivos lejos de reaccionar, piensan que todo se solucionará por ciencia infusa o ya llegará la administración o instancias superiores a rescatarles.
Lujuria
Se trata de una lujuria poco libidinosa, más bien funcional, en la que todo el mundo entra y sale sin rubor y coquetea con el marketing educativo. Sin control ni formación. Desde el famoso profesor de informática, pasando por directivos voluntaristas, con tanta iniciativa como desconocimiento de los principios más básicos del marketing; hasta llegar a esos nuevos arribistas que vienen desde otros sectores pensando que "vender" educación es lo mismo que vender patatas o tornillos. En esta bacanal todo el mundo se cree capacitado para “meterle mano” a la comunicación y al marketing.
Soberbia
Algunos centros pecadores me recuerdan la fatalista reflexión machadiana sobre el alma castellana “que rechaza todo aquello cuanto ignora”. Desprecian el marketing como algo “mercantilista” e impropio de una misión tan importante y sagrada como la educación. Estamos de acuerdo que la educación es tan importante como sagrada, pero no por ello se debe despreciar el marketing per se, ni mucho menos pensar que ya se sabe todo, pues “times is changing” como decía la canción y algunos aún no se han enterado.
Gula
Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. En este sentido, viven en la frontera con la lujuria pues también su gran “hambre” por hacer cosas les lleva a pisar todos los charcos. No quieren destinar ni un solo recurso a nada que no sea "lo suyo" (sueldos, instalaciones…). No dejan ni un euro para el marketing ni la comunicación porque todo se lo comen “en sus prioridades” como si la supervivencia misma del centro no fuera algo importante.
Orgullo
Muy habitual en algunos centros de “prestigio” que piensan que no hace falta el marketing porque el colegio ya tiene muchos alumnos y su proyecto se basa en una auto-otorgada “calidad y excelencia”, en el "boca a boca" y miran con desdén, y hasta con desprecio, a sus competidores.
Envidia
Son incapaces de innovar y envidian lo que otros hacen, por lo que se limitan a copiar, casi siempre mal, por cierto. Se pasan la vida espiando a su competencia y preocupados por lo que los otros hacen. Miran continuamente la página web de los centros educativos competidores, envían espías para ver qué hacen y al ser pecadores compulsivos, su frustración les lleva a la soberbia de pensar que ellos son mejores.
Ira
Su incapacidad para salir de la situación en la que se encuentran, tras probar el veneno de muchos de los otros pecados capitales -las desgracias nunca vienen solas-, les lleva a la frustración y se dedican a maldecir su destino pagando su frustración con sus empleados a los que culpan de no estar a la altura de la gran institución para la que trabajan. Su ira también se dirige, en ocasiones contra las empresas que nos dedicamos al marketing educativo porque cuando les han ofrecido soluciones y recomendaciones y, por supuesto, no las han llevado a cabo, descargan su ira contra los que ya les habían advertido del mal camino emprendido.
Podríamos hablar de algunos otros pecados de cuño propio o igual de graves como la tristeza o la impaciencia, pero eso será ya harina de otro post...
Por Víctor Núñez, director general de SchoolMarket, profesor universitario y autor del libro "Marketing Educativo". Puedes ver su ponencia sobre los 7 pecados capitales del marketing educativo en este vídeo.